08 abril 2005

A Lesson


La decadencia de una tarde raída por la no comprensión, el ocaso de una desafortunada mezcla de sensaciones que, como si fuera la pesadilla de invierno del orgulloso somellier, no llegan a poder establecer el gusto preciso.
La vida me viene mostrando cosas y yo, aún hoy, más cansado, con más poder de comprensión que hace algún tiempo, no quiero pararme un minuto para ver.
Es una sordera ocular, así de incoherente, así de ilógica, y por lo tanto dolorosa, es esta sensación mía de no ir nunca a ninguna parte.
Pocas veces tengo recuerdos mios siendo un niño, los recuerdos por otro lado, y siendo lo mas sincero posible, no son de mi agrado, hay cosas en mi pasado que quisiera borrar, y tengo la sensación de que cuanto mas quiero huir de ellas mas enfermo me siento.
La enciclopedia ilustrada de mis caídas, nos tiene preparada, una galería del mas variado de los gustos, donde no van a faltar momentos en los cuales mi imbecilidad no pudo ser contenida, y realmente vi quien era yo, de la manera más dura.
Juegos de amigos niños, donde uno te visita y te roba los soldaditos, para llevarlos a un lugar donde realmente quiera jugar con amigos reales, claro el pobre nunca iba a saber que se tropezaría con la pitonisa de mi madre, que lo daría vuelta como a un pantalón usado durante el día, y lo sacudiría hasta hacer caer en evidencia su botín, incluso ante mi, que con dolor entendí lo que no era amistad, de la peor manera, sin sutilezas, siempre a los tumbos, por mi propio bien.
Ese fue el método, esa la forma, es lo que de manera casi siniestra el destino me tenía preparado, muy a mi pesar, la mas amarga nota, tu sangre inútil, se transforma en tu peor enemigo, y nunca se sabe como confiar, nunca se sabe por donde vendrá la próxima lección, que, aunque jamás requerida, se presentará ante ti, con la fuerza de lo inevitable.






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