Bifurcar
Santa tarde, sólo un recuerdo.
El retrogusto de las paredes manchadas por el sol del atardecer me llena de júbilo y da vida una vez más a la musa que representa con palabras o letras lo que siente mi corazón.
Lentamente cierro mis ojos y trato de conectarme con otra realidad. Una realidad de sensaciones contradictorias.
Placer, dolor, pena, alegría, incertidumbre, regocijo, agonía y otra vez placer.
Es que en estos últimos días no me estuve sintiendo bien.
Como explicarte lo que me ocurre, como darte herramientas para que hagas empatía.
Si ni siquiera yo, que tengo palabras para todo, puedo comprender. Como un minero, intento hurgar dentro mío, uso mi casquito con luz para ver con atención y cuidado las paredes de mi interior. Visualizo colores, experimento las texturas de mi alma con detenimiento, ya que soy muy profesional y no menos obsesivo que cualquier cirujano que se precie. Hasta que finalmente me encuentro con él.
Aparentemente un huésped se ha instalado en el living de mi alma sin haber sido invitado. Un okupa despreciable osa ensuciar este templo sagrado con su presencia.
Cree que existe la posibilidad de enfrentarme con uno de mis enemigos más temidos; la reflexión. El desasosiego me asfixia, me agobia sentirlo, siento que el ambiente está enrarecido por su presencia, y finalmente debo aceptarlo.
He sido invadido por el desasosiego y no me da tregua.
No puedo hacerme de un rato de tranquilidad en ninguno de los ámbitos que suelo frecuentar. Esta inquietud del ánimo logra que todo lo que tengo que hacer me cueste el doble. Esta desazón me hace parecer una persona distinta a la que soy en realidad, como si hubiese sido clonado y reemplazado por un prototipo con imperfecciones de elaboración.
En algunas horas del día, recupero eso que me distingue por mi carácter, pero casi siempre estoy solo cuando ocurre y no puedo participar a nadie del evento que acaba de acaecer. Calculo que con el paso de los días mis dudas sobre este tema se irán disipando, gracias a la potencia de mi alma para discurrir y razonar sobre las cosas, sobre todo las cosas que me ocurren a mi.
Aún así, siento un sabor amargo. ¿Será el Papa nazi?. ¿Será que ya no me importa el fútbol?. ¿Será que nunca me importó?. ¿Será que estoy pasando circunstancialmente por una situación desfavorable para mi?. ¿O será favorable la situación? ¿Será lo que sentía mi madre cuando empezó a envejecer?. ¿Estaré envejeciendo? ¿Se estará pudriendo mi carne?. La carne vieja es algo inevitable para todo ser humano, esa es una idea que me vengo repitiendo hace mucho tiempo, pero soy conciente que repetir una idea no la hace tuya.
Hoy a la mañana desperté con la certeza de que no quiero envejecer, todavía no. Quiero poder experimentar el mundo de la forma en que estoy acostumbrado. No quiero cambios a mis percepciones este mes, quiero postergarlos por un tiempo más, sólo un poco más, sólo unas semanas más.
No creo que esto sea lo más triste que haya escrito, pero creo que nunca estuve tan triste mientras escribía algo.
Esto me está pasando hoy, tengo la bifurcación delante mío y soy mi propio guía, debo dirigirme hacia alguno de los caminos, pero aún no se que camino tomar.