21 julio 2005

Asfixia

X va caminando por la calle, se lo nota muy apurado.
Se lleva por delante montones de hombros.
Muchas personas al ser prácticamente atropelladas por él
se dan vuelta de inmediato alzando un insulto
ó al menos una protesta por su comportamiento.
Pero para X hoy no es un día para perder tiempo en esas cosas.

Llega a la puerta de su casa, ya viene con las llaves en las manos.
Rápidamente pone la llave en el agujero de la cerradura
pero debido al apuro que lleva la punta de la llave
de bronce resbala contra el frente de la cerradura
y sus llaves caen al piso.
-¡La puta que los parió!

Se agacha y levanta las llaves para volver a intentarlo.
Esta vez ya más tranquilo logra embocar
la llave en la cerradura y dar las dos vueltas.
Abre la puerta de par en par, cruza todo su cuerpo
y deja su mano derecha estirada hacia atrás
para sacar la llave como los campeones, a último momento.

En ese último momento, ahí donde el campeón
sabe por experiencia que debe sacar la llave de un tirón,
el cual a la vez cerrará la puerta, no logra hacerlo.
El costado de la llave queda enganchado
con la boca de la cerradura.
X no soltó nunca la llave, entonces queda todo estirado
en posición de bailarín de ballet, con un noventa y cinco
por ciento del cuerpo dentro de su casa
y su brazo derecho del lado de afuera agarrado de la llave.
Siente el tirón y el ruido.
-¡Pero la reputísima madre!

Toma un respiro, se agacha apoyando sus dos manos
sobre sus rodillas mirando el piso y diciendo cosas
inteligibles a media voz.
Saca con firmeza la llave de la cerradura y da un portazo,
vuelve a poner la llave y le da una vuelta sola.
La deja colgando y entra en el living haciendo
varias cosas a la vez. Pone a andar el contestador automático,
prende su computadora, prende el televisor y un minicomponente.
Pausa la tv y empieza a sonar Angie de los Stones en el equipo.
X sale de la cocina y detrás de él puede verse que ha
encendido la cafetera y puesto pan en la tostadora eléctrica.

-Piiiii … Hola X, lo estamos llamando de la compañía
de seguros porque ya han vencido varias cuotas del seguro
de su auto y al no haber respondido a los anteriores llamados
nos vemos obligados a dejarlo sin cobertura, comuníquese
con la oficina al 45… piiiiii

X, habla Mariana del ministerio, mirá, estuvimos mirando
esos presupuestos con Rubén y nos pareció que están
un poco inflados, llamanos así arreglamos una nueva reunión
Chau. Piiiiii.

-¡Anda a la puta que te parió forra!
X habla mamá, ¿Cuándo te vas a acordar de que tenés padre y madre, eh?
Llamanos X, si nos llegamos a morir maña… piiiiii (Pasa el mensaje)
Che X, no seas boludo y vení a jugar al football con nosotros mañana;
mirá que va a ir la amiga de Analía, que está sola
y tiene una cara de hambre infernal loco.
Dale, no seas boludo ah… y fijate si hay algo de eso… que por acá
se puso rígido el amigo; bue dale, nos vemos llamame, chau. Piiii.
Ése fue su último mensaje.

X sale de la cocina con las manos ocupadas,
en una lleva un plato con dos tostadas con manteca y mermelada
y en la otra una taza grande de café.
Se sienta al lado de la computadora e inmediatamente
se conecta a sus emails y al msn.
Y busca, busca, busca todo el tiempo.
¿Qué es lo que busca X con tanta desesperación y parece
no ir a encontrar jamás?

Sus ojos van de un lado al otro de monitor, ávidos, ¿pero de qué?
Da un mordisco desprolijo a la tostada y bebe
un sorbo largo de café, por la mancha en su manga
podemos decir que no era manteca lo que había en la tostada
sino algún tipo de queso blanco, que luego de su mordisco
patinó elegantemente hasta caer en la manga de su camisa,
cosa que por otra parte X no advirtió.

La música se acabó, al igual que el café
y las tostadas con queso blanco y mermelada.
X aún sigue sentado frente al monitor de su pc,
escribiendo con ritmo atronador en el msn.
C, que parece ser española le contesta más o menos
con la misma celeridad.

X dice:
¿Pero por qué no? ¿Por qué has cambiado de parecer
así de repente, ya tengo los pasajes...

C dice:
Pero que como te lo tengo que decir X,
nunca creí que fueras a venir hombre

C dice:
Era todo platónico sino lo has entendido
es tu problema venga.

C dice:
Quién iba a decirme a mí que te ibas a comprar un tiquet.

X dice:
Gallega me estás matando, ¿te das cuenta no?

X dice:
C, me siento un idiota, decime algo,
vos hiciste mucho para que yo me comiera este garrón.

No se ha podido entregar su mensaje debido
a que el usuario c@hotmail.com se encuentra desconectado
Gallega me estás matando, ¿te das cuenta no?

No se ha podido entregar su mensaje debido
a que el usuario c@hotmail.com se encuentra desconectado
C, me siento un idiota, decime algo, vos hiciste
mucho para que yo me comiera este garrón.

-¡La reputa que los parió!

X da un golpe de puño en el teclado,
el golpe resuena en todos los ambientes de la casa.
Es un golpe de desesperación, casi liberador.
Como si pudiera aplastar la cabeza de C
a diez mil kilómetros de distancia, como si su obstinada
inteligencia hubiera quedado hecha papilla
debajo de su puño y ahora pudiera tomarla para si.
Por un soplo la casa es todo desahogo.
X apaga violentamente la computadora y se levanta.
Lleva el plato y la taza y los deja en la pileta de la cocina.
Va a su habitación rápidamente y se cambia la ropa
de oficina por jeans y una camisa.
Sale presuroso y se dirige a la puerta de calle,
quita la vuelta que le había dado a la llave e intenta
quitar una más que no dio, la llave se rompe, quedando una mitad
en su mano y la otra trabada dentro de la cerradura.

Ya es de noche en el barrio y con la luz de azogue
de la calle como único testigo que ilumina la escena,
acobardado como el pájaro sin luz, X se deja caer, una y mil veces,
sentado en el piso de la puerta de su casa,
pone las manos en su cara, y ensaya el primer llanto de la noche.
Es que a veces, solo a veces, la vida asfixia.
Hay que saberlo ver, para poder respirar y volver por más.








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