16 octubre 2005

Domingo

Son muchos los valientes que carecen de valor, y muchos los orgullosos sin orgullo; muchos son los débiles que carecen de fuerza en el alma para reconocer su debilidad.
Robert Walser.

Es una noche niu niu, donde la rúcula, lechuga y espinaca ya han sido correspondiéntemente digeridas, si me disculpan el uso indiscriminado del adverbio.
El día se ha extinguido, se nos fue como se nos van las cosas a las que nunca les damos un lugar al lado nuestro, así cancinamente, al descuido. Lluvia sol lluvia sol, tarde noche, una General Paz de sensaciones irreflexivas, nos llevan entre el desfile de autos destartalados y los último modelo, derechito abajo del techo que conocemos, ese que nos habla todas las noches y siempre le terminamos gritando: "¿¡Otra vez vos, qué querés ahora?!

La vinagreta es la vedette, ¿agua mineral o Pinot Noir? yo tomaría un Spinch como para amenizar y sentir que tengo "charme". Tengo tanta vanidad asimilada que el claustro que me oficia de morada es un triplex con pisos de corcho, muebles de estilo y plantas exóticas. Un ama de llaves polaca me espera con el Borsch en su punto justo con su correspondiente copita de crema ácida al lado. Seguramente mire a través de los vitreaux hacia la calle, solo por el hecho de contemplar mi buena suerte y ver la cara de miserables que tienen todos los pobres infelices que no tienen todo lo que yo tengo, los odio, los pasaría por arriba sin dudarlo si a alguno de ellos se le ocurriese pararse en frente de mi auto para pedirme ayuda mecánica.

Hoy odio casi todo lo que tenga el atrevimiento de acercárseme, tengo la sed de sembrar el terror a mi paso, estoy cansado de la gente, es pobre y sufre, voy a empezar a hablar con los vegetales, ellos me entienden porque me reciben todos los días plagados de mil colores y son de confiar, quiero ser el neófito de las plantas, quiero abrazarme con ellas, vivir la vida vegetal carnívoramente, chupar la savia verde, llenarme de ese elemento vivificador hasta asquearme y reirme de los pobres infelices que habitan este mundo. Son efímeros y solo me causan dolor, no como las plantas que son mis amigas.

Abyecto, desalmado, despiadado, impiadoso, inhumano, cruel. Escupo en tu cara mundo, solo por un rato, el intercambio es inadecuado y plagado de vicios, los seres humanos nacimos en vía de extinción, pero aún no nos hemos dado cuenta. Toma mi mano infértil, te la encomiendo con el mismo cariño con que se da la amistad. Esa sensación vírgen de dar sólo por el hecho de dar, sólo por creer, sólo por pensar que enfrente tuyo hay un par, un alma que recorrió miles de encarnaciones para volverse a topar con la tuya, la celebración del desinterés en su máxima expresión, la quintaesencia del amor. Se que estoy idealizando, pero nunca siento que me quede corto idealizando la amistad. Toma mi mano y ven al fondo, aquí no encontrarás cansacio ni dolor, aqui por las tardes las desgracias bailan y frien sus penas desnudas al sol.

Feliz día de la madre.






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