01 febrero 2006

Y



Si alguien me hubiese advertido de tu sombra hoy no viviría preso de este anhelo. ¿Cómo se sentirá el calor de tu pecho desnudo contra el mío? Es algo que me pregunto cada mañana, cada momento en el que me llenás la cara de cabello negro y siento tu mejilla rozar la mia con la paz de la cima de una montaña. Cada segundo en el que tus formas inudan mi mirada nace una eternidad entre mi abrazo y el tuyo.

Pienso en ragalarte versos por cada segundo que velo al verte. Tu presencia hace que desaparezcan todos los números del reloj, que ya no caiga agua de las cascadas, que mis ojos vivan un resplandor eterno, enviciados de luz y destellos, desafiantes al constraste.

Pero bien, ya sabemos que no ha sido fácil para mi todo este tiempo. Si tan solo sintiera que te merezco haría lo imposible por llegar a vos, por mostrarte mi esencia, por llenar tu boca de sonrisas y tu paladar de sabores, si tan solo fuera un poco menos cobarde y taciturno, menos rebelde y malhumorado, más sutil y organizado, ¡si tan solo lo fuera! Seguro que no sería yo y habría muerto y vuelto a nacer sin darme cuenta. Ayer al mirarte tus ojos llenos de apuro te juro que lo hubiera hecho, solo por vos.






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